domingo, 17 de mayo de 2015

Datos Biográficos

   Pedro Castro nació en Barinas, Venezuela, 1966.

  A la edad de siete años escribió el tratado de poesía elemental “Las barbaridades del loco Roo y su burro docto”. Este libro, que fue bautizado como “El 'Don Quijote' del cloro y otros quitamanchas”, es considerado por la crítica como el preludio de la lengua castellana; y fue publicado en la revista “Bingo” con el número dominguero veintidós o los dos paticos.
   
  A los ocho años decidió conquistar el mundo con su nuevo libro “Hay que tomar ponche-crema ante la escasez de la leche y otros poemas”, libro de fracaso total y absoluto, que quedaría estampado en los lugares más privados de la burguesía barinesa.  

  Se graduó con honores a los once años de edad y se sabía la tabla de multiplicar, la división por cero y el verbo to bay en inglés.

  Jarto de arepas rellenas con margarina y queso blanco, sabiéndose sujeto de la redondez del mundo y de la “Niña”, “La pinta” y “La Santa María”, escribió su cuarto libro, “En memoria del círculo, el (.) y otras regiones, pragmática existencial del poema”. En este libro el poeta quedaba reducido a una plasta, un mero elemento circunstancial de lugar.

DE LO ANTERIOR NO QUEDAN NI REGISTROS NI ACTAS

   Ha publicado en periódicos de la ciudad de Mérida y Barinas.
      En 2002 publicó “Saramandra”, Merida-Venezuela.
      En 2004 publicó "Pasajera Ausente."
      En 2012 publicó “El sol del poema.”

Poemas


"Baruta, hijo de Guaicaipuro y de Urquía, recibe de manos de su madre el penacho con plumas rojas, que había usado su padre, al tiempo que le decía: Sean estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor." 


Chávez "fuego cimarrón"


Saliste de la cueva madre iluminando el Sur,
el alba de los pueblos.
Amor desenfrenado de libertad.
Muchacho de juventud eterna.
Has cumplido,
comandante,
la palabra empeñada por siglos,
el honor y la gloria te pertenecen.
Compañero de viaje;
camarada eterno.

Con tu amanecer hacia el futuro
te dejabas llevar en la corriente de la historia
como un río caudaloso de piedras y paciencia.

A las orillas de tus brazos,
fortificados por el sol que amanece siempre con los ojos abiertos de alegría,
nos diste a beber la fuerza de la libertad.

Nosotros te encontramos plantado en nuestros poemas,
habías nacido allí como un árbol frondoso
¡grande!
sin límites.

Los domingos siguen teniendo el rostro tuyo al fondo de la llanura.
Las imágenes en las lentes de esas cámaras de televisión
se iban volando en los ojos de las garzas y de los loros.
Y más simple de lo que canta un gallo,
llegabas con tu palabra
pintando la historia
del próximo milenio.

Nuestros corazones a veces se detienen
de tanta poesía que eres.
¡Qué poesía tan maravillosa la que podemos encontrar
en esas palmas que acarician el cielo imborrable de tu “Aló presidente”! 

La misma historia que te vio nacer
es la misma historia
que jamás te verá morir. 

Comandante,
la llanura te reclama como siempre te quiso,
en esas lejanías como un hombre a caballo remontando sus cauces,
libre como candela. 

Desde lo más profundo de la sabana,
con la sangre del fuego cimarrón,
y desde lo alto de la Cordillera Andina,
con el viento que teje sus luces en racimos de estrellas,
te vimos nacer desde los incontables de tu naciente histórica,
entre cayenas rojas y poesías.

De niño imaginabas
las arañas de la abuela
tejiendo en sus tricolores ojos los sueños de Bolívar,
y con la fuerza del huracán Chávez,
subieron los pobres a la cúspide del Chimborazo.

Te vimos compartir la galleta desmenuzada
en la saliva de la boca del niño que dijo patria;
y bajo la lluvia bailar al son de la alegría que dijo amor;
y bajo la noche inmensa
celebrar el silencio
y la infinitud de la vida.

El asombro a veces cosquillea en nuestro corazón lleno de alegría,
y sales volando como un pájaro carpintero
que nos abres el alma a picotazos de amor.

Amanece y buscamos entre las enredaderas de este sol,
las caricias del acorde,
las claves perdidas,
los tonos de las primeras gotas del rocío.

Tu cuerpo ha vuelto a ser sangre cósmica.
Al mar vuelves después de veinticinco mil años
como música de olas y canto de arrecifes.

Te despedimos bajo este tiesto redondo que da vueltas
mientras salen de nuestro corazón las primeras notas en el cuatro,
y caminamos con los dedos
cada traste del recuerdo.

¿Qué corto puede ser el último sonido de la vida?
¿y qué largo el misterio?

El instante detiene al corazón el ritmo
y nadie puede predecir el último compás,
el estallido de las flores,
la primera melodía de las hojas con el viento.

Te pierdes en la inmensidad de la llanura celeste,
y en tus ojos hemos visto el corazón de las estrellas.

No nos quitarán el sol que llevamos por dentro,
la esperanza del sueño hecho verdad tangible,
ni la alegría hecha bandera de la dignidad.

Esta patria que vinimos a defender con el corazón invencible,
se queda para siempre en nuestros ojos,
en la luz de la vida,
en la fuerza indestructible del amor.

Seguiremos vestidos de esperanza,
con nuestros corazones llenos de alegría
porque en esta vida y en cualquier lugar del tiempo y el espacio,
somos luz de amanecer.

Te sembramos en nuestros corazones para que sigas siendo vida y más vida
y de estos corazones brotan las cayenas que visten de rojo lo maravilloso
y de cada latido brotan las raíces del viento
donde juramos hasta la victoria por siempre: Vivir y vencer.
 
EL SOL DEL POEMA

Agarra tu luz y anda


Amo el sol de la palabra amor y a su caballo infinito y amo sembrar de vegetales lo maravilloso y desnudar tus ojos dentro de mi y amo vestirnos en una puerta de ascensor en el vacío, mientras en una mañana de lluvia enhebro mi corazón de poesía y de canto.  Y amo las palabras de los amigos que hacen nido en el alma y al burrito mesiánico que cargó a Cristo y amo el sol maravilloso de la vida en esta casa redonda que da vueltas en el universo que despertó una mañana sabiendo que era un morrocoy azul.
 
El sol del poema teje con sus manos maravillosas
el amplio corazón del ser social colectivo,
donde uno más uno no es dos,
somos todos.

El sol que nos besa con tu boca hecha de palabras hermosas;
y gozamos de su tierna caricia que alumbra en el silencio,
cuando nos quitas los ojos con ternura
para poder mirar dentro
y fundirnos
en una sola imagen de amor y poesía.

El sol maravilloso de la vida
en los labios de aquel beso combativo
que anda florecido de pueblos victoriosos.

Los amantes inician la caída del imperio.
Sudan desde sus corazones por el amor de los pueblos
y enlazan sus cuerpos hasta vencer;
y debajo de las sábanas planifican su amor militante.
Besan con sus labios invencibles,
y abren sus cuerpos para abrasarse
en el sol maravilloso de la vida.

Abrieron su capullo de sol
y mostraron tu claridad de amanecer.

El sol del poema amanece
como una piedra de amorosa ira subterránea.

Apagan sus ojos
y se quedan como dormidos con esa extraña mirada de la tarde en nuestro corazón,
mientras un gato encendido vuela por el vértigo de la montaña y el pez camina detenido.

Amamos el sol del verbo amanecer, la poética de los tizones, el lenguaje de los cantos rodados y su pequeña corriente de pétalos donde son nubes el alma de los perros. El misterio del antes del después. Si serás casa entraríamos por ti para no ser más árbol.  Le abriríamos ventanas a la tierra con tus ojos.  Aquí ladran tus voces que queremos. Eres la infinitud vacía entre las palabras, de esa quietud de la piedra detenida bajo los círculos del agua. Viajero de lluvias sabes que te amo. Nosotros leímos tus versos ladrados a las sombras donde cargan las mulas los signos de las noches. ¿Qué día es este sol de luto? Ni una leña para alumbrarte. Qué sombría está la sala sin ti. Oler el silencio y cargar el hollín del sol después de la noche; viejo topo viejo amigo, terminamos como el viento dibuja los tatuajes y escribe los poemas; y trozamos el borde cerrado de una línea para dibujar tu nombre C a m i l o.

Alegre sol.
Nació hermosa,
fuerte,
decidida
como un huracán,
bella y loca.

Florece el sol
en la profundidad
sobre la calle
donde nos mira tan simple
la obra del poema.

Creo en el sol del poema.
Creo en el amplio corazón colectivo que comparte sabiendo que no somos dueños de nada.
Creo en el amor de la palabra amor 
que encarna todos los valores necesarios para llenar este mundo de bondad.
Creo en la muerte sin violencia, para dar paso a otro ser que disfrute de la paz como su única herencia que deberá proteger y defender con dignidad.

Madre humilde, sabia y sincera, que con el sol de Los Andes abriste nuestras almas al despertar de los días; y no te vencieron, ni hambre, ni el frio, ni la mala gente, porque tú eres pueblo como diamante blandito.  De ti vienen los ríos en el cauce de los años; y todo te lo debemos en la alegría de la mujer que ama con sus manos y su voluntad de vivir.

El imperio está a punto de ser comprimido por su propia atmósfera,
de estallar comprimido por sus propias guerras;
y somos la miel y las aricas y aborígenes y negros nuestros corazones agitando el grito 
Aquí no hay cobardes
y nadie se rinde
y esta tierra es nuestra” y no podrás detener el amor de los pueblos
en tus guantánamos oscuros,
ni podrás engañarnos
con tu insignificante
democracia de papel.

sábado, 16 de mayo de 2015

POEMAS
DE LA IRREVERENCIA 

Se levantaron todos los hombres, todas las mujeres, todas las niñas, todos los niños, todos los adolescentes, todas las adolescentes, todas las lesbianas, todos los hermafroditas, todos los borrachos, todos los maricos, todas las putas, todos los animales, todos los árboles, todas las nubes; y se levantaron gritando el sueño de la paz con justicia social. 

Hay que detener el genocidio mundial impuesto por el poder de la cultura capitalista o seremos recordados por los poetas de otras galaxias como los únicos idiotas que hicieron sus obras para que perduraran en el tiempo; y dejaron destruir el planeta que habitaron. 

Quién te dijo que salvarás tu carro cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás tu casa cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás tu vestimenta cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás tu nevera repleta de comida cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás a tus hijos cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás a la mujer que amas cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás a tu familia cuando todo vuele en pedazos, quién te dijo que salvarás tu vida cuando todo vuele en pedazos; y si siguen creyendo en pajaritos preñados, el monstruo de guerra los devorará por completo. 

De qué arte me hablaría Nueva York, de qué poética, si es el mismo imperialismo de mierda. De qué arte hablaría Francia, de qué poética, si es mismo imperialismo de mierda. De qué libertad me hablaría Inglaterra, de qué justicia, si es el mismo imperialismo de mierda. De qué holocausto me hablaría Israel, de qué fascismo, si es el mismo imperialismo de mierda. Qué amor nos mostraría el vaticano, qué paz, si es el mismo imperialismo de mierda. De qué terrorismo nos defienden la oea, la onu, la otan, si es el mismo imperialismo de mierda; y definitivamente pido perdón que me disculpe la mierda, por haberla ensuciado de tanta porquería junta. 

La estética del dolor todos los días se anuncia, se ve, se oye, se lee. Nos acostumbran a sentir con indiferencia la violencia, donde pareciera normal sacarle los ojos a un niño con una cuchara o ver caer “bombas racimos” y “misiles inteligentes” lanzados por los portaaviones gringos como si fueran racimos de plátanos o nos acostumbran a sentir con indiferencia que la ciencia, el arte y la tecnología estén al servicio de la muerte; y pareciera normal, que nos hagan tan estúpidos. 

Alrededor del muro me lamento por haber amarrado con la brisa la incontable transparencia de las piedras lanzadas al ojo del verdugo, y a la mismísima jeta del dictador, y al culo del presidente gringo; y alrededor del muro lloro por la piedra muerta; y me saca la terrible ausencia que siento por la rebeldía, y me saca la irreverencia de los cristales rotos de la casa de gobierno, y me saca la muerte de los olvidados; y alrededor del muro quisiera escupirte y lanzarte para romper contigo la palabra poética dicha por la unesco. 

Mientras me toco el pene, un gringo hijo de mierda toca los botones de su dron para lanzar las bombas. ¡Qué grosero el poeta! ¡Vulgar! Mi pene se preserva intacto en la empuñadura. ¡Qué poeta tan mal educado! ¡Falta de respeto! La estética del daño colateral sigue su curso. La estética del uranio enriquecido sigue su curso. 

La lluvia de mierda sobre el gobierno francés, la lluvia de mierda sobre el gobierno español, la lluvia de mierda sobre el gobierno inglés. ¡Qué feliz es el poema ahora! ¡Qué feliz la felicidad del ser humano ahora! Y la punta de mi pene. 

Penes sobre penes, cucas sobre cucas, penes sobre cucas, cucas sobre penes, culos sobre culos, penes sobre culos, culos sobre penes, cucas sobre culos, culos sobre culos. ¡Qué enfermo el poeta! ¡Cómo pueden invitar a un poeta así! ¡Qué asco! ¡Eso no es poesía! ¡Lo digo yo! ¡Eso no es poesía! 

Un pene erguido podría ser un árbol, un pene erguido podría ser una montaña, un pene erguido podría ser el agua, un pene erguido podría ser el poema; un pene erguido es y no es la luna, un pene erguido es y no es la galaxia; un pene erguido no es un misil, un pene erguido no es una bala, un pene erguido no es un bayoneta calada, un pene erguido no es un submarino nuclear, un pene erguido no es un avión de combate, pero quien porta su pene erguido, se diferencia entre los humanos por la dignidad y la ética que lo define como la paloma de la paz. 

Vuelven mierda las vaginas y las tetas, vuelven mierda los culos y los pelos, vuelven mierda los penes y las bolas, vuelven mierda la infancia y los niños; como decir, la estética del poder gringo, europeo y sionista vuelve mierda el mundo y el planeta, mientras la estética de la vagina y el pene es creación y es arte.

OTROS POEMAS 

El cuaderno de Hilaine. El sol es el culito de una luciérnaga gigante; y el mar ‒quién no lo sabe‒ es una ponchera grande. En nuestra casa hay luciérnagas y una ponchera azul de peltre, pero lo más importante, estamos llenando de arena el patio para que vengas a jugar. 

No mates el gusanito, déjalo medir el tiempo. Cuando nazcas, te haremos la fiesta más grandota del barrio, conocerás el zapallo, bailarás el sebucán. Hija, tienes un papagayo en casa. En la casa de bahareque habrá guayabas, limones y hierbabuena. De tu primera lágrima nacerá un araguaney. Hija, cuando crezcas cúrale a la gente las heridas con chimó; enséñales la belleza con la totuma tierna; y cuando no sepan a dónde ir, muéstrales un trompo, enséñales el sabor de los mangos. 

Ayer visité a una muchacha de veintidós años; y me dijo que no. Hablamos de los presos; y yo en este terrible deseo de desnudar sus labios, de posarme en sus aguas como una mariposa en los charcos cuando hay sequía. Y me contuve; y desde entonces busco el deseo único de que no me vaya solo por esa calle de ciudad enseguida; y para que no me vaya solo como un poeta fiel a los designios de la muerte. Nos despedimos a las cinco; y le dije que la próxima vez traigo un chicle y se lo pego al pito del vigilante; y se fue en una camioneta de aviso azul y se me hizo poesía ese azul y se me hizo distancia. 

Ayer visite la tarde en Isla negra, abrimos las puertas cerca de ti y de la nada. Vestimos nuestros trajes de cenizas como unos pordioseros; y te habitamos como los fantasmas que despellejan la tierra. Desbaratamos tus luces en racimos de antorchas; y silencioso te posaste como una araña en los vientos del sur. 

La noche parece un vaso de ron, la turba, el sosiego de las piedras que no termina. La brisa como un montón de nada se quedó en el árbol, mano en reposo que no se siente tanto ella misma. Todo me recuerda lo lejos que estaré; y lo cerca, cuando te mire y no haya estrellas ni lunas, solo la noche como un montón de rabia sobre la vida. El balde está agarrando pedazos de oscuridad para mañana, quién llegará a bañarse. 

Amatista le trae sombras, le prende sombras. Amatista gritan por el fondo de la calle ya no te pertenece, déjalo como dormido junto al fuego. Y Amatista se ve saltar en el último relámpago de la noche; Amatista toda ternura desanuda el relámpago y viaja sola, con el campanario de algodón entre sus dientes. 

El corazón de la pared es un vestido blanco, plano y triangular junto al lugar para casarse. Dos manitas y dos pies, así como el dibujo de una mujer en la escuela. El corazón de la pared quiere subvertirse hacer el amor. 

Carajo uno se despierta y ya no está con los vivos. Él se fue con su “Cristo rojo” que se parece a un amanecer de corocoras o al corazón de Cristo crucificado, retorcido y hueco de tanto sufrimiento.